Todo el mundo en algún momento de su vida necesita de financiación. El motivo principal es que la compra de ciertos bienes tales como una vivienda o un automóvil a veces requieren de más dinero del que tenemos normalmente disponible. Tampoco es adecuada la opción de esperar hasta que consigamos ahorrar la suma requerida, dado que la elevada cuantía de estas compras haría prácticamente inviable la espera.
Por eso existe la financiación y sus diferentes fuentes. Esta se manifiesta a través de diferentes productos con los que podemos conseguir desde pequeñas cantidades, cómo pasa con los microcréditos, hasta importes mucho más elevados como los que pone a nuestro alcance las hipotecas.
Para que tengas claro todo lo que debes saber sobre financiamiento te contamos a continuación los aspectos más importantes de esta forma de disponer dinero, así como de su funcionamiento.
Qué es la financiación
La financiación, también llamada financiamiento, es el proceso en el cual un agente financiero cualquiera entrega dinero o capital a una persona o a una empresa para que este sea utilizado para un fin concreto y determinado.
Por lo tanto, a través de la financiación tanto los consumidores como las empresas pueden conseguir el dinero que necesitan para sus proyectos abonando a cambio un cierto importe denominado interés. Este principio es el mismo cuando se trata de la financiación de una empresa como de los préstamos o créditos que pueda necesitar una persona a lo largo de su vida. No obstante sí es cierto que hay diferencias en algunos de los elementos que influyen en esas operaciones, dependiendo principalmente del importe implicado en las mismas.
En paralelo a la pregunta inicial, si nos preguntamos qué es financiar podemos afirmar que este sería el acto por el cual una persona o una empresa recibe dinero de otra para un cierto proyecto. Por lo tanto, qué financiar es el hecho en sí, la financiación es lo que engloba todo lo relacionado con este tipo de operaciones.
Elementos presentes en la financiación
Para entender realmente cómo funcionan los diferentes tipos de financiación disponibles es necesario saber previamente cuáles son los diferentes elementos que intervienen en una de estas operaciones. Los más importantes serían los siguientes:
Prestatario: El prestatario sería aquella persona o empresa que solicita de otra dinero para la realización de un proyecto o una inversión concreta.
Prestamista: El prestamista sería la contraparte del prestatario, es decir, la persona que le va a entregar al prestatario el dinero que este ha solicitado.
Importe: Para que la operación de préstamo exista como tal tiene que haber una transferencia de dinero entre el prestamista y el prestatario. Este es el importe del préstamo, cantidad que el prestatario solicita para la ejecución del proyecto o de la compra concreta que desee realizar.
Plazo: Es otro de los elementos básicos de cualquier operación de financiación. El plazo nos indica el tiempo en el cual el prestatario va a devolver al prestamista el dinero que ha recibido. En función del acuerdo al que hayan llegado las partes, este plazo puede ir desde algo tan breve como una semana hasta los cerca de 30 o 40 años a los cuales se conceden algunas hipotecas.
Interés: El interés es el importe que el prestamista recibe como remuneración a cambio de dejarle el dinero solicitado al prestatario. Este tipo de interés es variable y aunque tiene como referencia ciertos índices, en algunos casos, las partes tienen total libertad para establecer los intereses que consideren adecuados en función de las diferentes formas de financiación que hayan elegido. El único límite lo establece la legislación relativa a la usura, que indica cuál es el límite máximo de interés que puede tener una operación financiera.
Financiación externa vs financiación interna
Antes de pasar a las diferentes fuentes de financiación que hay disponibles, especialmente dentro del mundo empresarial, es necesario hacer una distinción entre fuentes de financiación internas y fuentes de financiación externas.
Las fuentes de financiación internas son aquellas en las cuales se utilizan los propios recursos de la empresa para obtener el dinero que se pueda necesitar para cualquier tipo de operación. Entre estas fuentes tenemos las aportaciones que los socios o los accionistas puedan realizar para proyectos concretos, así como las amortizaciones y depreciaciones de los bienes de la empresa, que sirven para recuperar el costo de las inversiones llevadas a cabo y que suponen una forma de recapitalizar la misma ajustando los beneficios. En este apartado también tendríamos la venta de activos pertenecientes a la empresa, así como la reinversión de beneficios, que sirve para capitalizar la compañía y disponer de una fuente de financiación propia aunque, eso sí, a costa de ofrecer menos beneficios a los socios o accionistas. Mientras que esos aportes puntuales o las amortizaciones y depreciaciones, que en términos contables resultan obligatorias de ejecutar, aportan liquidez a la compañía sin demasiado riesgo, cuando se trata de operaciones como la venta de activos, la empresa pierde parte de su capital aún cuando este vaya a financiar las operaciones, por lo que no es de las opciones más recomendables.
Respecto a las fuentes de financiación externas, son todas aquellas que se realizan con recursos que provienen de fuera del entorno de la misma. En este apartado se encontrarán todas las fuentes de financiación que vamos a mencionar a continuación y que, por su naturaleza, no tiene la consideración de financiación propia.
La principal ventaja de estas fuentes es que suponen un incremento en el capital de la empresa, aunque este viene acompañado también de un incremento en las obligaciones de pago futuras. También es importante recordar que todos estos préstamos y créditos tienen un coste, que deberá ser inferior a los beneficios obtenidos por la inversión de estos capitales para que la empresa pueda seguir con su marcha correctamente.
Como cierre de este apartado, a la hora de preguntarnos si conviene más la financiación interna o el financiamiento externo, la respuesta es variable y depende del tipo de empresa de la que estemos hablando.
No obstante, el consenso general indica que las fuentes de financiamiento de una empresa deben ser mixtas. Por lo tanto, esto implica el uso tanto de las fuentes internas como de las fuentes externas, manteniendo una adecuada mezcla entre financiación propia y ajena.
Tipos de financiación existentes
Aunque en el mercado existen muchas variables respecto a los tipos de financiación existentes, lo cierto es que las diferentes fuentes de financiación que encontramos son bastante similares tanto para consumidores como para empresas. Para no complicar más un aspecto tan complejo como este pasamos a enumerar a continuación cuáles son las fuentes de financiación más habituales que tenemos a nuestra disposición.
Empezamos hablando de los créditos, una de las opciones de financiación externa más habituales tanto para las empresas como para los ciudadanos. Un crédito es una cantidad que una entidad financiera ofrece a disposición de la persona o la empresa que la recibe y que esta puede gastar de la forma que más le convenga. Por lo tanto, no es necesario que quien solicita un crédito lo gaste por completo o disponga de todo el dinero de una sola vez, aunque sí es verdad que esto suele ser lo más habitual. Entre las formas de crédito más habituales tenemos los créditos hipotecarios, que sirven para la compra de una vivienda, los créditos al consumo, que se emplean para la compra de ciertos bienes concretos, o bien los créditos de financiación de empresas, se utilizan para que estas dispongan de la liquidez que necesitan para ejecutar sus operaciones mientras cobran sus facturas.
Otro de los grandes grupos en el que se clasifican estás financiaciones son los préstamos. En este caso hablamos de un producto en el que lo habitual es que todo el dinero solicitado se emplee para un cierto cometido. Por ejemplo, pedimos un préstamo para comprar un coche nuevo, para pagar la reforma de una vivienda o para la reforma de un local en el que se va a establecer una empresa.
Si lo que se pretende es buscar financiamiento de una empresa, las opciones disponibles se incrementan. Entre ellas tenemos las tarjetas de crédito para empresas, que funcionan igual que las que utilizamos como particulares y que resultan una buena opción para cargar todo tipo de gastos de pequeña y mediana entidad con eficacia.
Entrando ya en los productos o tipos de financiación empresarial más agudos tendríamos opciones como el leasing y el renting. Estas dos modalidades implican el alquiler de un cierto activo para la empresa, como puede ser una máquina o un vehículo, con la diferencia de que no se abona la totalidad de su importe en el momento en que se dispone de ese producto, sino que ese pago se realiza de forma diferida a través de cuotas. La diferencia entre ambas figuras es que, en el caso del leasing, generalmente ese activo se adquiere para quedarse dentro de la empresa en el futuro, mientras que en el renting el bien se devuelve pasado un cierto tiempo. En cualquier caso, hablamos de dos buenas opciones a las que recurrir cuando nos preguntamos cómo financiar una empresa.
Otra de las fuentes de financiación para empresas más habituales es el factoring. Este sistema permite a la compañía obtener dinero de las facturas que tiene pendientes de cobro de sus clientes y cuyos plazos de pago no siempre coinciden con las necesidades de liquidez de la compañía. En este caso, se puede obtener financiación externa usando esas facturas como avales y consiguiendo así liquidez cuando sea necesario. La cuantía de esta financiación irá ligada al importe de dichas facturas, aunque siempre será inferior al importe de estas.
Quiénes pueden solicitar financiación
A priori, cualquier persona o empresa que no haya sido incapacitada para contratar estará facultada para pedir cualquier tipo de financiación. La única limitación respecto a los ciudadanos radica en que estos deberán tener 18 o 21 años de edad dependiendo de la entidad a la cual soliciten el préstamo.
Tampoco hay problema respecto a la nacionalidad de la persona, dado que tanto los ciudadanos españoles como los extranjeros pueden pedir libremente la financiación que necesiten para sus proyectos. Sí es cierto que, en el caso de los ciudadanos extranjeros, pueden existir algunas limitaciones si no cuentan con un permiso de residencia permanente en el país o bien llevan poco tiempo viviendo aquí.
Algo parecido pasa con las empresas. Algunas entidades financieras no tratan con ellas a menos que lleven un cierto tiempo establecidas en el mercado, aunque esto tiene que ver más con los criterios de cada entidad financiera que con ser un requisito obligatorio.
Fuera de estos aspectos, la persona que cumpla con las cuestiones que hemos mencionado tendrá plena capacidad para solicitar financiación. No obstante, la concesión de la misma quedará supeditada al criterio único de la entidad a la cual se le solicité conforme a sus propias reglas de clasificación de riesgos.
Para qué puedo solicitar financiación
Tal como veíamos en las definiciones iniciales, la financiación siempre lleva aparejado un objetivo. Es decir, si solicitamos un dinero a un banco o a una entidad financiera es porque lo necesitamos para algo. La única excepción son los créditos y los préstamos financiados para empresas, que a veces no tienen un objetivo concreto o preciso.
En el caso de los ciudadanos, no existen limitaciones respecto a las causas por las que podemos pedir dinero prestado, siempre y cuando esté dinero vaya a emplearse de forma lícita y no en actividades que resulten ilegales. Por lo tanto, no hay problema en pedir dinero para reformar nuestra casa o cambiar el coche, pero sí habría problemas si pedimos ese dinero para traficar con armas, como ejemplo extremo.
Los usuarios que pidan uno de estos préstamos deberían saber que existen ciertos productos específicos para determinados fines, que pueden ofrecer unas mejores condiciones de financiación a corto plazo o a largo plazo, según lo requieran. Algunos ejemplos de estos productos son los créditos para estudios, destinados principalmente a estudiantes, los préstamos para la compra de un vehículo o bien aquellos que se nos ofrecen para comprar en las grandes superficies, conocidos popularmente como créditos al consumo.
Respecto a las empresas, debido a la mayor complejidad que supone acceder a financiación externa, suele ser habitual que las fuentes de financiación disponibles varíen. No obstante, esto no implica la ausencia de justificación respecto de en qué se va a emplear el dinero conseguido mediante esa financiación. De hecho, cuando una de estas entidades acude a una financiera o a un banco para pedir dinero es habitual que se le requiera un proyecto en el cual se indique tanto el destino de ese dinero como el efecto que va a tener sobre la empresa y cómo va a permitir a la misma devolver el importe prestado. En este contexto, es habitual que a la empresa se le soliciten documentos como el plan de financiación, por ejemplo, así como proyecciones de beneficios a futuro una vez aplicado al funcionamiento de la empresa el importe del crédito del préstamo solicitado. Por tanto, en el caso empresarial es aún más evidente la necesidad de justificar el destino de cada euro que se recibe de un préstamo a fin de poder obtener el mismo.
Cuánto dinero puedo pedir en una operación de financiación
Esta es otra de las grandes preguntas que siempre suelen surgir cuando hablamos de financiación. La respuesta corta es que esas cantidades dependen de lo que las diferentes empresas de financiación disponibles en el mercado dispongan respecto de sus productos. Por ejemplo, aquellas empresas que se dedican a ofrecer microcréditos generalmente nos van a ofrecer cantidades pequeñas que van a ir de los 30 a los 300 o 600 € y con plazos de devolución bastante breves.
Si recurrimos a las entidades financieras más tradicionales, como los bancos o las cajas, tendremos la posibilidad de acceder a cantidades más elevadas que pueden superar incluso los miles de euros, tal como pasa en los créditos hipotecarios. Entre medias de ambos mundos se encuentran las empresas que ofrecen créditos rápidos y que suelen ofrecer importes que van desde los 600 o 1000 € a los 3.000 a 10.000 € aproximadamente. Afortunadamente, la variedad de empresas financieras a las que podemos acceder hoy día es considerable por lo que no tendremos problemas para encontrar aquella que nos ofrezca el importe que necesitamos.
En el caso de los préstamos destinados a empresas el planteamiento viene siendo similar. Sí es cierto que no vamos a encontrar empresas de microcréditos que nos dejen pequeñas cantidades, ya que en un mundo empresarial como el actual esos importes reducidos resultan ridículos y no tienen demasiado sentido. Pero sí es cierto que muchas empresas financieras pueden ofrecernos importes ajustados a partir de unos pocos miles de euros y destinados a pequeñas operaciones.
Estos créditos pueden ser suficientes para una pequeña reforma, para la reparación urgente de una maquinaria, para una situación de falta de liquidez o para cualquier otra situación compleja en la que la empresa necesite un pequeño extra de efectivo. A partir de aquí, las cifras se incrementan hasta lo que el tamaño de la empresa y su proyecto pueda requerir. El único inconveniente es que, a medida que vayamos incrementando la cantidad solicitada también van a subir los requisitos y la exigencia de solvencia, junto a una cantidad también mayor de intereses y otros gastos relacionados con la operación. Recordemos que, al fin y al cabo, obtener dinero prestado nunca sale gratis… aunque algunos anuncios traten de convencernos de lo contrario.
Cuánto cuesta obtener financiación
Cuando trazamos la definición de financiamiento vimos como este siempre lleva aparejado un coste. Tal como hemos comentado en el cierre del apartado anterior, nadie nos va a dar dinero a cambio de nada. Así que ha llegado el momento de conocer cuáles son los costes que hay que afrontar cuando solicitamos financiamiento de empresas o para un consumidor particular.
El primer coste que debemos tener en cuenta es el de los intereses. Los intereses se definen como la cantidad de dinero que tenemos que abonar a la empresa que realiza el préstamo a cambio de la cantidad que nos han entregado. Es importante saber que el tipo de interés debe estar obligatoriamente presente en todas las ofertas de financiamiento que encontremos.
Otro coste muy habitual en estas operaciones son los gastos y comisiones internas. Aquí encontramos todo un mundo de costes que van desde la comisión de apertura, que es la que se nos cobra cuando abrimos un préstamo o crédito, a la comisión de estudio, que es la que nos cobra la financiera a cambio de evaluar si somos solventes o no para recibir el dinero solicitado. También pueden existir otro tipo de comisiones tales como las de gestión o tramitación que, aunque muchas veces no tienen una justificación clara, al final acaban sumando costes a la financiación que hemos solicitado.
Existe la creencia errónea de que el interés es todo lo que necesitamos saber para comparar entre diferentes opciones de financiamiento. Sin embargo, debido a la importancia que tienen los gastos y comisiones que acabamos de mencionar es importante disponer de un elemento que nos permita comparar esas ofertas incluyéndose estos gastos. Afortunadamente, este parámetro ya existe en el mercado. Hablamos de la tasa anual equivalente, conocida como TAE y cuya presencia es obligatoria en todas las ofertas de financiamiento que se ofrezcan a los usuarios.
Esta tasa tiene dos ventajas. La primera es que anualiza el importe de los intereses de una operación financiera de manera que aquellas operaciones que tengan plazos diferentes, tal como pasa conciertos microcréditos o mini créditos, se analizan adecuadamente y es más fácil conocer el interés anual de las mismas.
La otra ventaja que tiene esta tasa es que no solo incluye los intereses, sino que también incorpora los gastos y comisiones propios de la operación. Estos gastos muchas veces se dejan a un lado cuando se trata de buscar financiación y sin embargo pueden suponer un monto importante, sobre todo en aquellas operaciones en las cuales el dinero solicitado no sea demasiado. Así que, a la vista de lo que hemos comentado, la mejor solución para saber si un préstamo es caro o barato respecto de otro será consultar la TAE de las dos operaciones y valorar cuál es la más reducida.
Como último elemento, es necesario hablar de los costes externos de la operación. Un aspecto que afecta tanto a las diferentes formas de financiamiento para empresas que hemos mencionado como para aquellas destinadas a los consumidores y que tengan un importe elevado. Pensemos por ejemplo en una hipoteca. En esta operación es necesario realizar una tasación de la vivienda que va a ser objeto de la hipoteca y escriturar la misma a nombre del banco a cambio del dinero.
Todos estos costes no se sitúan dentro de los propios de la operación, pero sí es verdad que el usuario va a tener que pagarlos, al igual que ocurre con los que hemos mencionado ya. Lo mismo pasa con aquellos préstamos en los que se necesiten avales, que generalmente también tienen un coste asociado. Todos estos costes también deben ser tenidos en cuenta a la hora de valorar las diferentes opciones de financiación a nuestro alcance.
Preguntas frecuentes
Para completar esta guía te dejamos algunas de las dudas más habituales que suelen surgir a los usuarios de estas fuentes de financiación, así como las respuestas correspondientes, con las que resolver esas cuestiones de forma sencilla.
¿Dónde puedo pedir financiación?
La respuesta depende del importe que vayamos a solicitar y también de nuestro perfil. En caso de que seamos un consumidor y necesitamos una cantidad reducida de dinero podemos recurrir a los mini créditos para los créditos rápidos para disponer de esa cantidad. Estás empresas nos ofrecen hasta 300 €, y en torno a los 3.000 a 10.000 € en el caso de los créditos rápidos. También podemos acudir a una entidad bancaria para solicitar un préstamo personal por importe similar a los que acabamos de mencionar. También serían estas entidades las recomendables para préstamos de mayor cuantía tales como las hipotecas o similares.
¿Qué garantía se requiere para obtener financiación?
Las garantías exigidas varían en función de los importes a solicitar. Conforme mayores sean estos importes más elevadas eran las garantías que nos requiera la financiera correspondiente. En el caso de los mini créditos y microcréditos que venimos comentando así como en algunos préstamos rápidos, basta con alguna garantía personal, por lo que no se requieren de avales ni propiedades. Estos sí son necesarios a la hora de solicitar préstamos de mayor cuantía, a partir de unos 3000 €, así como en operaciones de tipo empresarial o hipotecario. En estos últimos casos se suelen reclamar como avales las propiedades implicadas en la operación, en el caso de los hipotecarios, o bien otro tipo de garantías adicionales y de mayor cuantía.
¿Cómo deciden las empresas si conceden o no una operación?
El proceso de tramitación de una operación de financiamiento conlleva la evaluación de diferentes parámetros. Si hablamos de una operación para un consumidor, se evalúa su perfil de crédito, si ha tenido antes préstamos o créditos concedidos y los ha pagado en fecha, si figura en algún registro de morosos, sus ingresos, así como sus datos personales. Adicionalmente, se le pueden solicitar algunas garantías de las mencionadas anteriormente, con las que garantizar el cumplimiento de sus obligaciones.
En el caso de las empresas que deciden recurrir a la financiación externa es habitual que se solicite una copia del plan de financiación de la empresa, una copia de las Cuentas Anuales de la misma o de las declaraciones de renta si es un autónomo, así como otros documentos que demuestren dónde se va a aplicar la financiación de la empresa una vez conseguida, a fin de evaluar su viabilidad.
Con todos estos documentos se lleva a cabo una evaluación de riesgo y conforme al resultado de la misma se determina tanto el importe máximo que puede recibir el solicitante como los plazos a los cuales se les puede conceder el dinero. Evidentemente, si esta evaluación es negativa entonces no se ofrecerá importe alguno.
¿Puedo pedir financiación si estoy en registro de morosos?
Si el solicitante figura en un registro de morosos o de efectos impagados, el proceso de obtener financiamiento es más complicado de lo habitual. Pensemos que uno de los parámetros que manejan las empresas para evaluar los riesgos es, precisamente, que el usuario no esté en uno de estos registros.
Esto no quiere decir que obtener esa financiación sea imposible, pero sí es probable que las cantidades que podamos solicitar sean más reducidas, que los plazos sean más breves y que también los intereses resulten más elevados de los que tendría un usuario o una empresa con un perfil crediticio limpio.
¿Cómo se calcula la financiación de un coche?
Para calcular la financiación de un coche tenemos en Internet diferentes páginas que nos ofrecen el llamado cuadro de amortización del préstamo. Este documento nos indica el importe de cada una de las cuotas que vamos a pagar y nos separa el importe que pagamos para devolver el préstamo y el correspondiente a los intereses.
En caso de que ya hayas firmado esa financiación entonces este cuadro de amortización figura obligatoriamente entre la documentación del préstamo, por lo que podemos revisar la misma en caso de que tengamos dudas sobre cómo se calcula esa financiación.
Respecto al proceso de cálculo en sí mismo, este resulta algo complejo debido a los diferentes sistemas que se utilizan para tal cometido. Estos préstamos utilizan una fórmula en la cual se relaciona el importe de la operación, el plazo en meses de la misma y el tipo de interés para obtener la suma total de esos intereses adeudados por el préstamo. Esta cifra se va sumando a la parte que se va a devolver del préstamo cada mes y es lo que constituye la cuota final, que será fija durante toda la vida del préstamo.